A todos nos haría bien ser arrullados
Ser un planeta dentro de otro planeta. Arrullos y rituales para recargar nuestra energía.
¡Hola, belleza!
Este fin de semana estuve con unas amigas en San Rafael, Antioquia. Por ahí pasa el rio más hermoso que conozco y fue un regalo volver a sentir cómo se desibujaba la frontera entre mi cuerpo y la tierra. Yo era agua adentro del agua: en mis aguas se mecía mi bebé, y yo me dejaba mecer por el agua de la tierra. Era un planeta en un planeta. Esa noche, mientras comía el cuerpo de otros animales, granos, vegetales y frutas, era consciente de que les estaba quitando la vida y convirtiéndolos en los huesos, sangre y tejidos de mi bebé. El mismo cuerpo que algun día alimentará un gusano, un árbol o quizás un hongo. La vida parece incapaz de renunciar a cualquier forma futura. Una vida común a todos los seres vivos que circula entre cuerpos y entre especies.
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Estamos en las últimas semanas de gestación de nuestro tercer hijo. El viaje de aceptación de su llegada ha sido conmovedor y confrontador. En mi próxima carta voy a contarte con mayor detalle esta historia. Solo sé que con el parto me desintegro y mis átomos atraviesan un proceso de reorganización, un proceso que me pide recogimiento y distancia. Pero antes de eso, antes de dar a luz y replegarme, voy a dar un concierto. Estoy muy emocionada, es como un preámbulo del nacimiento. Si vives en Medellín, te invito a mi concierto de arrullos este sábado 29 de junio en Casa Teatro el Poblado a las 5:00 pm. Quedan muy pocas boletas, y la verdad no sé cuándo vuelva a sentirme lista para organizar un evento así otra vez.
Si quieres participar en el sorteo de dos boletas, solo debes dejarme tus datos aquí. Estaré anunciando quién gana el viernes en la mañana. Así que si te las ganas espera mi mensaje.
Hacer un concierto en donde quiero centrar el descanso y el cuidado tiene sus raíces en que soy una workaholic recuperada. Por muchos años de mi vida no me detenía hasta que no estaba quemada o enferma en una cama. Sentía que mi valor estaba ligado a lo que hacía y cuánto lograba hacer.
La cultura colectiva a la que pertenecemos pone la productividad en el centro, tanto así que hasta las prácticas de bienestar como meditar, hacer ejercicio o yoga se promocionan como actividades para lograr ser más productivos.
¿Dónde queda la contemplación, el descanso o el juego en la vida adulta? ¿Dónde queda el entregarse a una actividad creativa por el simple hecho de disfrutar esa actividad sin ningún otro objetivo que el presente?
Convertirme en mamá ha sido una terapia de choque para darme cuenta de que los momentos en que más conectada me siento a la vida, son los momentos en que menos productiva soy. Después de todo, no puedo maximizar un beso de mis hijos ni cuidarlos más rápido. La productividad puede facilmente volverse en una forma de explotarme a mí misma como este sistema económico explota la tierra, sin tener en cuenta mis ciclos ni estaciones.
Me atrevo a decir que incluso hemos olvidado cómo darnos espacios de verdadero descanso donde nos conectemos con nuestro cuerpo y no estemos buscando distracciones. Por eso creo que ritualizar el descanso a través de encontrarnos a descansar juntos es una forma de resistir la inercia de un sistema que todo el tiempo parece con el acelerador a fondo sin importar que vayamos hacia el abismo.
Este sábado te invito a que recordemos juntos cómo se siente en nuestros cuerpos descansar. Puedes comprar las últimas boletas que quedan aquí
Gracias por leerme y acompañarme en este camino.
Con amor,
Felisa :)